RSS

sábado, 4 de septiembre de 2010




Cobijados por dulce luz,
tenue cual resplandor primaveral,
abrazados por sangre bañada en arte,
cuyas mentes inclinadas en la balanza del destino
son incomprendidas como el lenguaje del árbol astral.

Unidos por la sangre de nuestros antepasados,
viviendo en el espacio de nuestras mentes,
jugando a ser libres con nuestras manos,
creando vida,
siendo nuestros propios Dioses.

A medida que el tiempo pasó,
crecimos forjando el arte en nuestras venas,
seducidos por el Tigre y el Dragón,
por la llama reluciente
que avivaba a gritos nuestra única pasión.

El calor en nuestras manos por desenredar,
esos seis cabellos de nuestras mujeres de madera,
por hacerlas llegar al orgasmo,
por tocar nuestra melodía perfecta,
esa misma, la del último adiós.

La excitante necesidad por plasmar en un papel,
recuerdos, paisajes y personas,
una forma de presente hacia los demás,
cobrando a cambio una sonrisa e incluso a veces
una lágrima de inexplicable razón.

El poder ver cualquier vida en cartas o un cigarrillo,
agradecemos a quien nos regaló este pseudo Don,
estrechar su mano,
y darle una taza de café con melodías melancólicas,
por darnos otra forma de ayudar a los demás.

La facilidad de soñar despiertos,
El poder reflejar en poesía
Lo que nuestro tercer ojo anhela demostrar,
Sin medir causas ni consecuencias,
Es que en verdad,
Somos poetas clandestinos al momento de expresar.

Es aquello llamado arte,
lo que nos ha llevado a vivir,
realmente a existir y llegar hasta aquí,
junto a Les Mondes,
que en poesía eterna nos vio partir.


Escrito por Luaviah (Javier Arias)
Dedicado a mi gan amigo y hermano, Eduardo R. Arias .

0 comentarios:

Publicar un comentario