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sábado, 1 de mayo de 2010

Nuestra Sangre




Te he cuidado desde que tengo memoria
No caí del cielo,
Te equivocas,
Nací al igual que tú,
De aquel arpegio sepultado en el amor.

Destinado por aquel árbol milenario,
Fui forjado de las cenizas,
Dentro de un sueño en invierno,
Junto a la leve brisa del amanecer.

Ya la luz es escasa,
Intento mostrar vuestro rumbo,
Cuesta y en realidad duele,
Sufro y lloro por mi tarea,
Por mi tarea no poder aun cumplir.

Toma mi mano mientras tenga fuerza,
Nuestra alianza es eterna,
Nunca lo debes dudar,
Además, de mi sangre nunca fuera estarás.

Ignorad la ignorancia,
Respetad a quienes en ti siempre creyeron,
Quered a quienes siempre contigo han estado,
Y al final…
Surgid junto a quien tu has de elegir.

Describirte como un ser especial,
Imposible me resulta en realidad,
Es que no alcanzan palabras para demostrar,
La inmensidad de tu persona,
incluso al volar.

Sueña sin temor,
Equivócate cien veces,
Y levántate mil,
Duele, te entiendo de verdad,
Mas la palabra rendir,
En tu mente, nunca ha de existir.

Espero comprendas que vivir
Es más fácil de lo que crees,
Y espero te des cuenta que siempre debes sonreír,
Aunque el corazón por dentro no quiera vivir.





Nunca solo estarás,
Los que te quieren algún día de tu lado se irán,
Mas estén donde estén,
Siempre a tu lado permanecerán.

Cumple tus sueños,
No olvides que algunos te han de mentir,
Pero eres capaz de todo,
Incluso de perdonar sin rencor.

Quema tus dudas,
Y vuela como el ángel que eres,
Que más de alguna vez
De tu pureza necesitaremos.

He visto crecer en ti,
La llama de la esperanza sin fin,
He visto en ti,
La frustración de no poder seguir.

Te ayudaré hasta el fin,
El tiempo no debe existir en ti,
Aprender a detenerlo y luchar junto a el,
Es tu tarea,
La misión que sin mi debes cumplir.

Ya grande estás,
Quizás cuantas cosas has de ocultar,
No te preocupes, está bien,
Un hombre sin secretos,
Nunca en mi vida conocí.

Solo espero que algún día,
Cuando viejos estemos ya,
Me visites y entres a mi hogar,
Te sientes junto a mi,
Y me digas lo bien que te va.

Que tomes tu taza preferida,
Y bebamos un silencioso café,
Llorando y riendo,
Brindando por aquellos tiempos.

Mas eso no es eterno,
Te levantarás y te irás,
De un beso con amor te despedirás,
Media vuelta, y veré tu silueta pura al andar.


Después de aquel momento,
Ya podré dejar de respirar,
Afuera junto a la leve brisa del amanecer,
En el mismo invierno, que me vio nacer.